sábado, 4 de marzo de 2017

Xabier Zubialde: "Ni Gobierno de Urkullu ni Gobierno de Barkos están dando pasos en dirección hacia la soberanía energética, muy al contrario"


"El TAV es básicamente un tren que transporta a alta velocidad grandes cantidades de dinero público a determinadas manos privadas"




"¿Qué es la soberanía de un pueblo? ¿Un pueblo puede tener soberanía energética si no sabe dónde están invertidos sus ahorros o si incluso estos están invertidos en cuestiones que atentan contra el interés general de la sociedad? La energía es la sombra del modelo de sociedad en el que vivimos y por eso el consumo de energía nos está diciendo que esta sociedad ha perdido el rumbo". Estas preguntas se hace Xabier Zubialde Legarreta en el libro que ha visto recientemente la luz "Hacia la soberanía energėtica. Crisis y soluciones desde Euskal Herria", editado por Txalaparta.

Xabier Zubialde Legarreta estudió Ingeniería Técnica Industrial y es graduado en Ingeniería. Lleva  más de quince años dedicado en "cuerpo y alma" al sector energético y en especial a las renovables. Propone, en forma de guía y de modo ameno y didáctico y recurriendo a ejemplos cercanos y prácticos, "abandonar mla actitud pasiva frente al modelo energético y social que nos arrastra a ninguna parte, para pasar a la acción empezando por tomar conciencia sobre los acontecimientos que vienen y que ya estamos empezando a notar". Y se pregunta si "¿Acaso las denominadas energías renovables son capaces de solucionar los graves problemas que se acercan y que son consecuencia de la mayor crisis energética y de materiales de la historia de la humanidad? Estas y otras preguntas, además de algunas respuestas, nos harán poner los pies sobre la tierra", afirma su autor.
Es también autor de la "Guía hacia la soberanía energética de Euskal Herria. 13 líneas estratégicas a nivel global. 13 pasos a dar a nivel local" y ha colaborado con diversas iniciativas y medios de comunicación desgranando las contradicciones de este modelo social y la paradoja del modelo energético. Es miembro de la Fundación Sustrai Erakuntza. 

Primero, ¿Qué es la soberanía energética?
La soberanía de un pueblo podría enmarcarse quizás como la soberanía de muchas soberanías: soberanía política, cultural, económica, alimentaria, identitaria, educativa, en la salud, financiera, feminista o soberanía energética. Se podría interpretar que es la intersección de muchas otras soberanías, incluyendo la personal.

¿Euskal Herria puede tener soberanía política si tiene privatizada y con un nivel exagerado de dependencia exterior las necesidades básicas como puede ser la energía?
La soberanía energética es un concepto que establece un debate sobre el control de los recursos, el modelo energético y sus repercusiones sobre las personas, el entorno y sobre quién debe poseer el poder de decisión sobre todas estas cuestiones. Por lo tanto, es necesario entender que no estamos hablando únicamente de “autoabastecimiento energético” de “independencia energética” o de “energía”, lo que se plantea es que el modelo energético debe surgir como consecuencia de una planificación democrática, independientemente de si se utiliza petróleo o se utiliza energía solar. Eso sí, la planificación democrática exige mirar hacia adentro, hacia Euskal Herria, pero también exige mirar hacia afuera, hacia el resto de los pueblos y personas del planeta.

En el libro "Hacia la soberanía energėtica. Crisis y soluciones desde Euskal Herria", de la editorial Txalaparta se ven conceptos en apariencia no relacionados, como la crisis económica, modelo social, modelo energético, ¿qué opinión tienes al respecto del modelo social?
La energía barata y abundante de las últimas décadas (petróleo, carbón, gas natural y nuclear) ha desarrollado e “inventado” el modelo social consumista que tenemos en esta sociedad y del que todos y todas, en mayor o menor medida, somos cómplices. Es importante interiorizar que el modelo de sociedad de la Euskal Herria actual, lo que vemos a nuestro alrededor, tiene una condición indispensable: energía abundante y barata. Sin esta condición, la realidad social que vivimos sería completamente diferente. La gran pregunta que trae este libro es reflexionar sobre qué ocurriría si desapareciese esta condición.

¿Estamos preparadas si la energía deja de ser tan abundante y tan barata?
Insistes en hablar de sectores diversos como alimentación, agricultura, educación, etc. para hablar de soberanía energética, ¿Porqué están relacionados o los relacionas en este libro?
La energía consumida por un pueblo es una de las sombras de la sociedad, sombra de los materiales utilizados, productos fabricados, movimientos de personas, mercancías, modelo cultural, alimentario, residuos generados, agua utilizada, etc. La energía es una de las sombras del modelo social. Por eso, al hablar de energía podemos referirnos a una bombilla de bajo consumo, a la producción de un tomate, a la construcción de viviendas o a la desvalorización de la cultura.
El llamado “modelo energético” representa el “cómo” conseguimos la energía que este modelo de sociedad pide o demanda. La energía no es la causa del problema, es “sólo” la consecuencia del problema. La sociedad “pide” y el modelo energético “da”. Este modelo de organización social requiere mucha energía -y barata-, y eso solo lo da el modelo energético que conocemos: petróleo, gas natural, carbón, etc., abundantes, baratos, pasando por encima de muchas cuestiones incluso por encima de los derechos humanos.

¿Cómo relacionas la crisis económica que comenzó en 2008 con la energía?
A nivel mundial las circunstancias están cambiando, en concreto en 2005 con el inicio del denominado “pico del petróleo”. Esto, sin ir más lejos, en su primer estado significó la subida exponencial y vertiginosa del precio del oro negro, hasta que en el 2008 se manifestó aquí un primer síntoma, al que se le denominó “crisis económica”. La subida de un 300% del precio del petróleo fue un condicionante fundamental para que aquí, en las latitudes consumistas de petróleo se iniciase la denominada “crisis económica”, pero simultáneamente supuso un momento de bonanza económica en otras latitudes, allá donde se extrae el petróleo. No hay que olvidar que en el conjunto de Euskal Herria la factura energética anual es superior a los 9.000 millones de euros, cuando por ejemplo en sanidad es algo superior a los 3.000 millones de euros anuales. Nuestra dependencia es tremendamente peligrosa.
Por el contrario, ahora con la bajada del precio, aquí las sociedades consumistas vemos relajar la tensión y los datos indican que la macroeconomía va poco a poco fluyendo, mientras que allá donde se extrae el petróleo viven “otra” crisis económica. No es mía la frase pero esta crisis no va a acabar nunca, es una pelota caliente que va a saltar de lado a lado. Llegan periodos de “crisis económica” aquí y relajación allá, relajación aquí y “crisis económica” allá. Periodos cada vez más breves que cambiarán de tendencia bailando al son que marque el precio del petróleo.



No planteas un futuro muy optimista.

En los próximos años, la pelea por la energía y los materiales se va a agudizar, va a poner en juego, todavía más, la vida de más personas y más conflictos violentos van a ser utilizados para el control de recursos energéticos y materiales. Se ocultarán “allá” como operaciones por la libertad o la democracia, y se ocultarán “aquí” como crisis económicas que implicarán recortes en los sistemas públicos, mayores diferencias sociales entre las personas y en general recortes de libertades. 

¿Planteas alternativas o posibles soluciones a futuro?
Centrándonos en Euskal Herria, se debería plantear una alternativa, por supuesto por razones éticas, pero sobretodo por lo que se está avecinando, auguro para el quizás 2018 otra subida del precio del petróleo y su correspondiente “crisis económica”, la segunda ola del tsunami después del 2008. Estas denominadas “crisis económicas”, en las sociedades consumistas como pudiera ser Euskal Herria, van a traer el “sálvese quien pueda” que se reflejará en forma de tensión, entre nosotros/as y contra ellos/as, en otros lugares traen muros, traerán más patriarcado, más racismo y porque no, pueden traer gobernantes que personifiquen todos estos valores violentos.
Cualquier pueblo que quiera disfrutar de una determinada soberanía política, tendrá que implementar un modelo de sociedad que permita caminar hacia la soberanía energética, de lo contrario estará en permanente conflicto.

¿Qué papel van a tener las energías renovables en el futuro?
Todo apunta a que las energías renovables van a ser las protagonistas del futuro, y, al igual que otras energías en el pasado, marcarán el desarrollo de un modelo de sociedad concreto e imprescindiblemente diferente al actual. La cuestión a destacar es que las energías renovables están limitadas, tienen techo, al contrario de lo que se vende, no hay abundante y barato al grito de “¡ya!”. Todo apunta a que la limitación de la disponibilidad de las energías fósiles y renovables, va a desarrollar un nuevo modelo social con el consumo y el PIB limitados. 
En Euskal Herria no vamos a tener que decidir entre energías renovables si o energías renovables no, este debate ya es pasado, las energías renovables son el futuro inmediato. La cuestión es qué tipo de energías renovables se van a implantar: concentradas en pocas manos o sostenidas en manos de la sociedad, privatizadas o democratizadas, grandes y centralizadas con grandes impactos o pequeñas, descentralizadas e integradas en el territorio, energías renovables éticas o corruptas, sensatas o absurdas. Hay una clara apuesta encima de la mesa para intentar no cambiar el modelo de sociedad e intentar no cambiar el modelo energético, una apuesta por intentar alargar “la fiesta” un poco más y cambiar el origen de la energía, sustituyendo un poco de petróleo por energías renovables y sacando provecho unos pocos años más al negocio montado. 
Las energías renovables no van a traer la soberanía energética. El debate no está ahí, el debate es cómo reorganizar esto de otra manera. Por eso es fundamental, cuando se habla de soberanía energética, plantear el tema de cómo gestionar los residuos, hablar de modelo de transporte, soberanía alimentaria, modelo industrial, hay que hablar de economía, urbanismo, cultura, agua, alimentación y también porque no del modelo energético, en definitiva hay que hablar de democracia, de soberanía y de la palabra prohibida: el capitalismo. 

¿Y la soberanía?
Vamos a tener que reducir drásticamente el consumo de energía y el consumo de energía no se puede reducir sustancialmente si no se reduce drásticamente el consumo en general, sino baja el PIB. Por lo tanto el camino hacia la soberanía energética es un camino no exclusivo al “modelo energético” sino es un camino donde construir alternativas de abajo hacia arriba y de izquierda a derecha, no solo energéticas o medioambientales, sino sociales, económicas y políticas, es un camino para construir una alternativa a la crisis que viene. Todo ello implica irremediablemente un cambio de modelo social, apoyado sobre la educación, la información y sobre todo revalorizar el significado de la cultura.
En las últimas décadas el modelo de sociedad en Euskal Herria se ha transformado, y en general nos han empujado hacia una sociedad menos soberana. Opino que el conjunto de soberanías, las “otras”, son claves fundamentales, son columnas que debieran soportar sobre ellas el peso de la soberanía política y, por lo tanto, debieran ser definidas con nitidez, estar más presentes en el debate diario, y ante todo ser defendidas como lo que son: elementos estructurales clave que soportan la soberanía política de un pueblo. 
Mientras exigimos la territorialidad y la soberanía política, con las otras ni un paso atrás. Toca definirlas, concretarlas, explicarlas, porque además de arrinconarnos y ningunearnos como pueblo, hemos llegado al punto en el que nos ningunean también como personas.
En el caso concreto de la energía, la tendencia de los últimos años o incluso décadas ha sido y es hacia un recorte y una pérdida de soberanía. 




¿Hacia dónde debieran caminar las soluciones?
Algunos/as políticos/as con máxima responsabilidad, con motivo de los desahucios, la “crisis económica” y la situación de desempleo, alzaron la voz para explicarnos que “habíamos vivido por encima de nuestras posibilidades”. Personalmente comparto esa afirmación sin titubeos, y afirmo que hemos vivido por encima de nuestras posibilidades: hemos construido pantanos no necesarios, autovías con peajes en la sombra no necesarias, pabellones deportivos no necesarios, circuitos de carreras no necesarios, aeropuertos vacíos innecesarios, viviendas no necesarias, dietas triples no necesarias, hemos importado tomates no necesarios traídos de 1000 kilómetros, equipos de fútbol con personas que cobran sueldos millonarios no necesarios y que evaden impuestos, Trenes de Altas Prestaciones absurdos, a nivel humano nos hemos convertido en máquinas de consumo, ahora quieren construir una incineradora innecesaria y así un largo etcétera de cosas innecesarias que me hacen pensar que sí, que hemos vivido por encima de nuestras posibilidades. 
Debemos buscar soluciones que refuercen la justicia social, soluciones más duraderas en el tiempo, más sostenibles. Las soluciones sostenibles vienen desde abajo, no solo de expertos/as y de gobiernos, las soluciones también están en manos de cada persona, de cada organización, de cada barrio o de cada ayuntamiento… hay muchas soluciones locales y de pequeña escala que no van a venir de arriba. Hay tres referencias que no hay que perder la pista: tejer redes sociales, el reparto del trabajo y la defensa del comunal, es decir de los servicios públicos. No hacen falta grandes obras o grandes infraestructuras, sino grandes reflexiones con grandes planes para no tener que hacer grandes obras.

Llegados a este punto, ¿crees que los Gobiernos de Gasteiz, de Iñigo Urkullu, y el de Nafarroa, de Uxue Barkos,  caminan hacia la soberanía energética con sus políticas? 
Ni uno ni otro están dando pasos en dirección hacia la soberanía energética, muy al contrario, se siguen tomando decisiones que refuerzan la concentración de poder en los que ya lo tienen a estas alturas concentrado. Poder para tomar las decisiones, poder para producir la energía, distribuirla, venderla, para subir el precio de la potencia contratada y bajar el precio de la energía para que ahorrar energía suponga menos ahorro económico. A grandes rasgos, las Instituciones Públicas debieran tomar decisiones que ayuden a realizar "muchas" y "pequeñas" instalaciones y a poder ser en manos públicas o al menos en manos de la sociedad vía cooperativas, en lugar de favorecer "pocas" y "grandes" instalaciones en manos de unas pocas corporaciones, esta dinámica no está cambiando independientemente de si hablamos de gas natural o de eólica. Esta cuestión es mucho más importante y prioritaria que hablar de energías renovables. Si o si vamos a tener que hablar de energías renovables, pero ahí no está la clave de la discusión sobre la soberanía energética. El debate real no es si producimos la energía eléctrica con eólica o gas natural, el debate es con qué tipo de modelo queremos producir la energía eléctrica. Es decir, el objetivo 4.0 debiera ser intentar democratizar el modelo energético y para que quede perfectamente claro, afirmaré que en la época "franquista" había más soberanía energética que en la actualidad. 

Por último, ahora que ha vuelto a la actualidad, ¿el tren de alta velocidad (TAV) o el tren de altas prestaciones (TAP) según estemos en la CAV  o Nafarroa, avanzan en la soberanía energética o la lastran?
En el libro ahora editado por Txalaparta hablo bastante sobre esta cuestión, precisamente para aclarar sin dudas y sin ambigüedades con el lenguaje, que el TAV/TAP no es parte de la solución al problema, sino es un claro ejemplo que empeora el problema energético, este modelo implica más consumo energético, más emisiones contaminantes y un problema más a resolver. Uno de los talones de aquiles de esta sociedad, y lo vamos a ver en el futuro inmediato, es el modelo transporte. El fomento y la modernización del transporte público sin baterías debiera ser un elemento clave en una hipotética transición, estoy hablando del ferrocarril a nivel de Euskal Herria y tranvías en el caso de las ciudades. El tren debiera ser la apuesta urgente para empezar una transformación del modelo de transporte tanto de personas como de mercancías, esto implica que el tren debiera ser planteado como un elemento vertebrador del territorio, un elemento que unido a otros modos de transporte público, debieran intentar sustituir el vehículo privado (coches y camiones). 
El TAV/TAP además de no vertebrar de forma equilibrada el territorio, tiene otros objetivos alejados de estos planteamientos y apenas va a afectar de forma sustancial a la realidad actual del vehículo privado. El Tren de Alta Velocidad tiene otras características intrínsecas, es básicamente un tren que transporta a alta velocidad grandes cantidades de dinero público a determinadas manos privadas

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