jueves, 30 de julio de 2015

A ELLOS NO LES IMPORTA; A NOSOTROS, SÍ


Somos números, de usar y tirar. Los gobiernos nos utilizan para solventar su incapacidad. Las crisis, igual que las reformas -que también generan crisis-, sirven para arrebatar las conquistas sociales y laborales que la clase trabajadora ha ido conquistando a lo largo de décadas de lucha, con sangre, sudor y mucho dolor, sin duda. 
Somos números que se miden en una estadística que hace sonrojar a los gobiernos por su incapacidad de gestionar la res publica de una manera adecuada y equitativa. Por lo que, cuando pueden, porque cambia la tendencia, nos arrebatan, de nuevo, el protagonismo con el espejismo de la recuperación y modifican las estadísticas gracias a la precariedad laboral.
De esta crisis y de estas reformas (siempre unidas), el pueblo trabajador sale herido y más desarmado. Por lo tanto, debemos ponernos manos a la obra y luchar para recuperar lo que nos han quitado. Es esencial trabajar menos horas, para trabajar mas gente; recuperar poder adquisitivo que ha ido a parar solo a las rentas de capital y empresariales; y, entre otras cosas, dignificar los puestos de trabajo para terminar con la discriminación de la mujer y entre trabajadores y trabajadoras nuevas con los antiguos. En este proceso, es esencial mantener lo colectivo frente a lo individual, porque es nuestra garantía de éxito.
El capital aprovecha las crisis para apretar y garantizar que sus beneficios crezcan. El capitalismo es perverso, genera pobreza y desigualdad. Así ocurre siempre. 
En la crisis de 1993 a 1995 (mas o menos), el Gobierno español introdujo las empresas de trabajo temporal para precarizar el empleo  y, entre otros elementos, se concedió a los empresarios la potestad de fijar las dobles escalas salariales. Nuestros gobernantes nos decían, una y otra vez, que era mejor tener un empleo, aunque fuera precario, que no tener nada y que cuando volvieran los tiempos mejores, la precariedad desaparecería. Pues bien, el balance indica que la precariedad no cesó, sino que aumentó y las dobles escalas salariales produjeron que los nuevos contratados percibieran entre un 40% y un 55% menos que el resto de trabajadores; todo para que los beneficios empresariales crecieran y se extendieran en los siguientes tres lustros, mas o menos. A pesar de esos grandes beneficios y un crecimiento de la economía tan importante, en Hego Euskal Herria hubo 90.000 parados en cifras redondas y 55.000 personas necesitaban de la renta básica (o equiparable) para poder sobrevivir.
En estos momentos, volvemos a aquella época, a la misma retórica. Los gobiernos nos intoxican con que estamos saliendo de la crisis con más de 200.000 parados, una pérdida salarial enorme y con 150.000 personas en la pobreza absoluta y casi 400.000 personas en total en riesgo de pobreza; un 12% de ellos son trabajadores con bajos salarios. 
Crece la economía vasca a ritmos superiores al 2,6%, pero los empresarios han bloqueado la negociación colectiva y allá donde negocian los convenios el incremento en salarios es de entre 0,62% al 0,67%, a la vez que amplían la jornada laboral y exigen niveles de flexibilidad cada vez más elevados.
Los gobernantes, sumisos al poder de la elite económica, nos venden el mismo argumento de la crisis anterior: es mejor tener un trabajo, aunque sea precario y por horas, que no tenerlo. Nos prometen que pasará, pero todos sabemos que esta desregulación laboral se mantendrá en el tiempo, porque los empresarios -en todas las empresas- quieren personal sumiso y esclavo para hacer lo que quiera y que no pida recuperar las mejoras que otros trabajadores lograron con sangre, sudor y lágrimas. 
Así, en esta nueva crisis y reformas que hemos sufrido, las ETT son ya agencias de colocación, por lo que pueden hacer un negocio directo con la mano de obra, mientras que el sector público ha abandonado al pueblo, al pueblo trabajador, en favor del negocio privado. El presidente español Mariano Rajoy apareció hace unos días en un centro de formación profesional y pidió a los alumnos que buscarán trabajo por internet. ¿Qué hace el servicio público de empleo? Nada, entregar el negocio a los gestores privados de las ETT. Lanbide tan solo intermedia en un 2,5% del mercado laboral de Araba, Bizkaia y Gipuzkoa. ¡Es de traca! 
La nueva reforma ha permitido los contratos a tiempo parcial,  contratos por horas o “minijobs”, que ha permitido a los empresarios que donde antes realizaban un contrato a tiempo completo ahora hacen tres o cuatro, y no pagan cotizaciones sociales. ¡Qué futuro nos queda! 
Los empresarios pueden bloquear la negociación colectiva, como lo están haciendo, si no pasas por el aro de lo que ellos quieren, y los gobiernos callan y nos venden humo.
Por eso, creo que a ellos no les importa esta situación, pero a nosotros sí debe importarnos. Tenemos que luchar para cambiar esta degradación social, laboral y política.     
 Aurrera!

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