La decisión de la mayoría del Parlament de Catalunya de avanzar hacia la República catalana ha elevado el tono de los unionistas españoles y, a la vez, de determinados empresarios y de la élite económica ligada a los intereses españoles.
En este artículo me voy a centrar en el chantaje de estos segundos, comenzando por el presidente de CEOE, Juan Rosell, y otros. Dice que si se lleva a efecto, no llegarían inversiones a la nueva República europea y el capital abandonaría territorio catalán. No me lo creo.
El presidente de los empresarios españoles y portavoz de la élite económica sabe que el capital -buena parte del mismo, una de cuatro partes- ya se ha ido, no de Catalunya, sino del Estado español. Se olvida intencionadamente de que la gran mayoría de las grandes compañías del Ibex tienen oficinas -sin producción ni empleados- en paraísos fiscales. ¿Para qué? La respuesta es fácil.
¿Por qué no se preocupa por el 24,6% de la economía sumergida (en torno a 275.000 millones) y la evasión fiscal en paraísos fiscales?
¿Por qué el Gobierno español, tan alarmado ante la decisión democrática del Parlament catalán, no actúa ante esa evasión de capitales, que impiden que cada año las arcas públicas obtengan, al menos, casi 100.000 millones anuales por ese dinero oculto, incluyendo todas las haciendas?
Y otra segunda reflexión. Catalunya tiene una riqueza de 199.786 millones de euros (PIB oficial 2014). Es mayor que varios países de la UE-28, entre ellos Portugal, Irlanda, Hungría, Letonia, Luxemburgo, Malta...y casi similar a Finlandia.
Con estos datos, ¿la UE va a impedir que forme parte de la misma? No me lo creo. Lo que ocurre es que la presión y el chantaje español ha conseguido declaraciones más efectistas que reales para recompensar al Gobierno español, obediente en cuanto a reformas y pago primero de la deuda, antes que salvar de paro y la pobreza a la población. Termino, respeten una decisión democrática del Parlament, elegido por el pueblo catalán.
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