jueves, 6 de agosto de 2015

515 fallecidos por mesoteliomas derivados del amianto en Hego Euskal Herria desde 1993




En 2015 son ya 10 los fallecidos por enfermedades producidas por el amianto 
 en Hego Euskal Herria.

La Agencia Internacional de Investigación del Cáncer (IARC, en sus siglas inglés) confirma de manera oficial que en Hego Euskal Herria han fallecido por diferentes tipos de mesoteliomas, derivados de la inhalación de fibras de amianto, un total de 515 personas. 
   No son todos. Esta estadística es incompleta, porque la Sanidad Pública española, vasca y navarra ocultan el impacto real del amianto en la población y, además, existen cuatro años sin datos públicos  en el informe de IARC en el ámbito de Osakidetza.
   Este es el segundo reportaje que os prometí. La realidad del sufrimiento y las muertes que ha causado la nula prevención de riesgos laborales en las empresas es extraordinaria. 

HAY CULPABLES, SÍ EN PLURAL
Pero, ¿hay culpables de tanta muerte? ¿Quién permitió y ha permitido tanta impunidad? Es evidente: quienes ocultan los datos. No son otros que la propia Administración publica que, en vez de actuar, miró y mira a otro lado, dejando a los afectados, a sus familias y a sus amigos con la única salida de ir a largos e interminables procesos judiciales. 
  Así es. No intervinieron desde quienes se supone tiene que velar por las condiciones de seguridad y salud en el trabajo. Primero, no sacando la cruda realidad a la opinión pública y desviando costes, que son atribuibles a mutuas y empresarios, a las arcas públicas. Después los propios empresarios que, sabiendo que no les ocurriría nada ante esas situaciones, prefirieron ganar dinero, en vez de gastárselo en medidas adecuadas ante el peligro del amianto o asbesto. Clave de esto es que siempre en los juicios dicen que cumplen normas preventivas, hasta que los testigos (otros trabajadores) confirman lo que ha ocurrido de forma generalizada: ni sabían del peligro del mineral cancerígeno ni se pusieron medidas de prevención y protección de la salud.
  
EXPERIMENTO. 
Un afectado ya fallecido me comentó hace años en una entrevista como en la empresa que trabajaba (Vidrala) entraban debajo del horno forrados con buzos y mantas de amianto para repararlo y mantenerlo. “Pesaban mucho y las altas temperaturas te dejaban hecho polvo” y, entonces, para hacer menos duro ese trabajo, la empresa aportó unos trajes “que no pesaban nada y nos prevenía del calor. Eran del estilo al traje de los astronautas”. Sin embargo, tenían un inconveniente: arrastrarse y golpearse en la parte del horno “a cientos de grados de calor” rasgaba los trajes con mucha facilidad. “Al final, nos dijeron que eran muy caros y su vida útil muy corta”. Se lamenta, porque el experimento duró muy poco, mientras que los trabajadores siguieron sufriendo calor, peso, incomodidad e inhalaron fibras de amianto hasta resultar afectados. 

AVARICIA EMPRESARIAL
El médico especialista y miembro de la Asociación Gallega de Víctimas del Amianto (AGAVIDA), Carlos Piñeiro, destacó en una entrevista que hice hace unos años que la población trabajadora y la sociedad en general debe sensibilizarse sobre el peligro del amianto. Porque, a su juicio, “se debe activar la presión social para conseguir que aflore el amianto y para que quienes han estado en contacto con ese mineral o tengan enfermedades por cáncer logren mejoras en la calidad de vida y en su salud”. A juicio del doctor, “el uso masivo del amianto llegó por la avaricia empresarial».
   A los trabajadores no se les informó de ese riesgo, en muchos casos mortal, aunque para beneficio de administraciones públicas y empresarios el amianto tiene una latencia que puede llegar a los 45 años. Esa dura realidad les ha permitido (en muchísimos casos) eludir la responsabilidad y enmascarar estos crímenes contra la clase trabajadora y la sociedad en general.


MUERTES HASTA 2040, O MAS.
Porque se calcula que hasta el año 2040 van a seguir las muertes. En principio, el cálculo de los expertos hablaba de unas 500.000 muertes de trabajadores expuestos al amianto en los próximos 30 años, pero esos mismos expertos ante la cruda realidad con que se están encontrando en todos los países de la UE han determinado que aumentarán en un 50%, mas o menos en 47.000 muertes al año solo en Europa.

PROHIBICIÓN TARDÍA.
En la Unión Europea, no fue hasta 1999 cuando se adoptó una directiva que prohíbe la comercialización y el uso de productos que contienen amianto, pero en el Estado español no llegó hasta 2002. Mientras tanto, “millones de trabajadores europeos fueron víctimas de las placas pleurales, asbestosis, cáncer de pulmón o mesotelioma, el cáncer infame de la pleura o el peritoneo hasta día incurable”, como reconoce el experto del Instituto Sindical Europeo (Etui), Laurent Vogel.
   Unos datos orientativas de la gravedad del problema: En 1900, se identifica la asbestosis en Londres. En 1918, compañías de seguros estadounidenses se niegan a emitir pólizas de seguro de vida para los trabajadores del asbesto.1936 Alemania incluye asbestosis en la lista de enfermedades profesionales. Italia, en 1943; Francia, en 1945; Suiza, en 1953 y Austria, en 1955.

   Se sabía el peligro que entrañan las fibras de amianto, un mineral cancerígeno, pero no se hizo nada. En el libro “The asbestos lie. The past and present of an industrial catastrophe”, elaborado por María Roselli y publicado por Etui (dependiente de la CES europea) se explica que “a finales del siglo XIX, cuando el uso industrial de la supuesta maravilla fibra comenzó, se observó en alguna ocasión que los trabajadores del asbesto estaban a menudo enfermos”. 
   Como explica Vogel, se conoce los efectos dañinos, pero el amianto se sigue produciendo y extrayendo para aplicarlo a distintos procesos  industriales. Con lo cual, lo que se ha hecho es trasladar la gravedad del problema a otros países y continentes.
   “A pesar de la catástrofe humana y social, el mineral de textura fibrosa sigue siendo extraído de minas, particularmente en Quebec, y se utiliza para hacer productos de fibrocemento para la industria de la construcción en los países emergentes como China, India y Brasil. Algunos grupos industriales sin escrúpulos siguen enriqueciéndose al estar conscientes de que sus trabajadores se desarrollarán en los próximos años de las enfermedades graves”, concluye el experto belga.
   La realidad es que debería de ser prohibido en todo el mundo y adoptar mecanismos de protección y prevención ante el amianto instalado en las empresas y en los edificios, porque, al final, todos convivimos con el problema, mientras que la administración pública mira a otro lado.

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